Las teorías administrativas fueron evolucionando y
reconociendo la importancia del factor humano para el logro de las utilidades
de las empresas, comenzando por los grupos de empleados y ha ido descubriendo
la importancia de los grupos de interés externos a la empresa como clientes,
proveedores y la comunidad donde se desarrolla el negocio.
La educación de la población
aceleró el proceso de adopción de valores éticos corporativos, pues al
tener acceso al conocimiento y a los derechos fundamentales del hombre, ya no
se premia al brabucón que piensa que está por encima de la ley y de los demás.
Las empresas ya no quieren ser odiadas porque se dieron cuenta que estaban
condenadas al fracaso al mínimo error.
Una administración cuyos valores éticos estén orientados únicamente
a las utilidades, reducción de costos o resultados de gestión para obtener
bonos, pueden caer, incluso, en situaciones de fraude. Casos como Enron,
WorldCom y otros siguen vivos en la comunidad de negocios. Tan vivos como la legislación
orientada a evitar situaciones similares que se emitió como resultado de las
acciones de dichas compañías.
Las empresas también se dieron cuenta que lo que vende son
las emociones relacionadas con la marca y no las razones, por lo que es mejor
tener emociones positivas relacionadas a la marca como amor, añoranza, familia,
bondad, entre otras. Descubrieron que para ser vistos y ser relacionados con
emociones positivas debían asumir valores éticos relacionados con la comunidad
y con grupos de interés diferentes a los de los socios, como los empleados, los
clientes y proveedores, por mencionar algunos.
Sin embargo, únicamente tendrán éxito las empresas que
fundamentalmente vivan valores éticos como parte de sus actividades y no tendrán
éxito aquellas que solamente adopten valores por moda o conveniencia. El papel
de la administración y de los consejos de administración es fundamental, ya que
l tono se establece desde arriba y permea en toda la organización.
En otras palabras, empresas donde el consejo de administración
y el CEO no tengan valores éticos y solamente finjan tenerlos para estar
alineados con la teoría actual de administración serán como el lobo disfrazado
de oveja y condenaran irremediablemente la reputación de sus organizaciones. Las
empresas deben elegir CEO que viva los valores éticos que quieran para sus
organizaciones.
A los consumidores les gusta lo original y verdadero, no las
malas copias ni las falsedades, y son muy hábiles para diferenciar a las
empresas que viven verdaderamente sus valores a aquellas que lo utilizan como
moda. A las primeras las premian al pagar sobreprecios y a las segundas las
castigan no adquiriendo sus productos o servicios.