Las elecciones intermedias en la mayoría de los sexenios han sido, por decir lo menor, intrascendentes e insípidas. Muchos políticos rechazan estas candidaturas para dedicarse a trabajar por otras, aparentemente, con mayor relevancia, ya sea en sus estados o en las diversas entidades del gobierno. Otros, las ven como un trampolín para seguir en el presupuesto y aprovechar sus estructuras electorales, sin dar mucha relevancia al importantísimo trabajo que debe realizar una diputada o diputado federal.
En las elecciones de diputados del 2021 se juega, mucho más allá
de la conformación de la cámara, el futuro político y democrático de México. El
presidente López seguirá impulsando su agenda populista y antidemocrática,
copiando los modelos cubano y venezolano, y será hasta después de la elección y
conformación de los diputados que asestará el golpe mortal a la democracia:
Modificar la constitución para que se le permita la reelección.
¿Por qué no hacerlo hoy, que tiene una mayoría clara en la cámara
de diputados? La respuesta es fácil, las elecciones del próximo año. Si
presenta hoy la iniciativa, es altamente probable que pierda la cámara en las próximas
elecciones y con ello se de reversa a las modificaciones que realice la actual.
¿Pero no podríamos hacer lo mismo en las elecciones del 2024 y revertir las
reformas? No, porque el actuar del régimen actual es destruir a las instituciones
que garantizan la democracia, y el siguiente paso seria desmantelar al INE y al
Tribunal de Justicia Electoral, aunque en eso ya lleva camino andado.
Es por eso por lo que debemos trabajar en identificar
candidatas y candidatos con un compromiso irrestricto con la democracia y que
vean el bien mayor que representa para todos las mexicanas y mexicanos. No
debemos de permitir que un aprendiz de dictador y acaparador de poder dicte el
destino de esta gran nación y mucho menos que destruya nuestra economía y nuestra
democracia. Las formas de coaptar otros poderes, ya sea mediante la dadiva o el
chantaje, le han funcionado de maravilla. La última línea de defensa que nos queda
es la elección de diputados honestos y libres en 2021.
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