En un discurso en 2006, después de conocer el fallo del
Tribunal Electoral que ratificaba la victoria de Felipe Calderón Hinojosa como
presidente de México, el entonces candidato López Obrador remató y profetizó: “Al
diablo con sus instituciones”. Hoy, 14 años después y siendo presidente de la república,
se ha dedicado a llevar a la realidad aquella amenaza, llevando al diablo, una
a una, las instituciones que tanto trabajo le costaron al país tener.
Día con día presenciamos como, desde el gobierno, se
desmantela el orden constitucional y el funcionamiento de las instituciones. Vemos
como las dejan sin presupuesto, sin líderes independientes, sin personal
capacitado, sin insumos, sin computadoras y hasta sin papel higiénico. El
presidente López esta empeñado en destruir aquello que sus antecesores dejaron,
sin importarle el futuro de los mexicanos. Él le llama “austeridad republicana”
al gasto no ejercido, cuando en realidad es dejar sin herramientas a médicos, burócratas
y personal de las diferentes entidades de gobierno.
Debemos pasar de la critica a la acción y comenzar a mantener
las instituciones que aún resisten al embate del poder de la 4T, como es el
caso del INE. El INE ha sido y deberá seguir siendo el bastión de la democracia
en México y debemos defenderlo a capa y espada. La organización de las elecciones
no debe recaer en el gobierno federal nunca más.
Debemos recuperar la posibilidad de asignar recursos
suficientes a las entidades de gobierno para que puedan servir a los fines por
los que fueron creadas. No es posible aceptar de brazos cruzados que les eliminaren
hasta el 75% de sus presupuestos para gasto operativo y que esos “ahorros” vaya
a parar a una partida secreta manejada a discreción del presidente.
Debemos recuperar la capacidad de asombro ante el cumulo de
malas decisiones y pésimas actuaciones de los funcionarios que solo tienen el
10% de capacidad y el 90% de adulación al presidente. Están desmantelando al gobierno
de la república desde dentro y lo dejaran en ruinas.
El presidente López está cumpliendo su amenaza de mandar al
diablo a las instituciones y con ello, desafortunadamente, también está
mandando al diablo el futuro de miles de mexicanas y mexicanos.