Robert Greene, en su libro “Las 48 leyes del poder”, escribe la historia de Marco Bragadino para ilustrar la ley 32, “Juegue con las fantasías de la gente” y explica como es mejor usar la fantasía que la realidad para tener poder y fortuna. La historia de Bragadino explica como una persona puede engañar al pueblo mediante las falsas promesas de riqueza fácil y rápida para salir de sus problemas actuales. Durante varios meses, Bragadino prometió convertir metales comunes en oro para aliviar las penurias económicas de la republica de Venecia. Cansados de esperar por los resultados, el pueblo de Venecia obligó a Bragadino a huir de Venecia culpando a los venecianos por su falta de paciencia para obtener los beneficios. Quiso aquel repetir la farsa en Bavaria, pero el Duque fue menos paciente y lo mando decapitar por farsante. Tuvieron que darle tres golpes para cortarle la cabeza.
El presidente López Obrador se pasó 18 años queriéndonos vender
“el oro de la piedra filosofal” que decía tener. Tenia todas las respuestas a
todos los problemas de la vida nacional, los cuales tenían un origen común, según
él: El supuesto “fraude” del que fue objeto en 2006. En otras palabras, los
males del país eran la consecuencia de que él no llegó a la presidencia en ese
año. La cúspide de sus fantasías fue proclamarse “presidente legítimo” y muchos
le compraron la farsa porque la realidad les era demasiado dolorosa.
En 2018, 30 millones de votantes le compraron la fantasía y
por fin llegó al poder. Sin embargo, en contra de las esperanzas de sus votantes,
no ha realizado la conversión deseada y por la cual fue electo. Al contrario,
en lugar de dedicarse a gobernar por el bienestar y un combate real contra la corrupción,
se ha dedicado a acumular poder político, a tal grado de absorber, de facto, el
poder del congreso y, desafortunadamente, de los órganos de justicia más elevados
del país. Sale todas las mañanas a “vender” sus fantasías. A seguir engañando con
la esperanza y culpando a todos los demás por la falta de resultados. Todo es
culpa de la falta de fe en el alquimista.
Afortunadamente, una parte de la población ya despertó y se
quitó el velo de la mentira de los ojos. Una parte de los votantes que lo
eligieron en 2018 ya se dieron cuenta que darle tanto poder a un prestidigitador
fue contraproducente. Ya se dieron cuenta que aquel que acumula tanto poder
para, supuestamente, combatir la corrupción, lo único que hace es incrementarla
y ocultarla. Una gran parte de México esta dejando de ser Venecia y se está
transformando en Bavaria.